lunes, 31 de diciembre de 2012

Fresas, champagne y sueños



Me paró justo cuando bajaba del autobús, hacía algunos meses que no nos veíamos y en su manera de asaltarme deduje que tenía muchas cosas que contar. Nos dirigimos a una cafetería cercana que suele estar repleta de super nanys, como las apodó en su día mi amiga Elena, son las madres que dejan a sus hijos en el colegio mientras ellas hacen tiempo hasta que salen. Por suerte la cafetería estaba lo suficientemente llena como para hablar y nuestras conversaciones se perdiesen en el murmullo y lo suficientemente vacía como para encontrar una mesa aislada de ese murmullo. Empezó contándome algo que ya era muy común en ella, volvía a tener un rollito con alguien, pero lo que menos podía imaginarme era con quién, porque esta vez no era el típico compañero de trabajo, ni el conocido en un viaje de verano, no, esta vez había ido más lejos. Se había empeñado en apuntarse a una de esas fiestas Remember que tan de moda están ahora y sabiendo que a ella iban a acudir algunos ex compañeros de instituto a los que hacía años les había perdido la pista y le hacía gracia volver a ver, lo que no imaginaba es que la mayoría iban a asistir con su pareja. Julia nunca ha sido mujer de un solo hombre, suele cansarse rápido de ellos, pasa de ver el hombre perfecto la primera semana a quitarle puntos en menos de un mes, pero últimamente con el instinto maternal al descubierto va pidiendo a gritos sentar un poco la cabeza.
He de reconocer que nunca la había visto tan ilusionada, pero jamás podía imaginarme que el príncipe asignado esta vez fuese Pedro Guzmán, amigo de ambas en nuestra adolescencia durante el bachillerato. Al parecer todo empezó esa noche de Remember...
Se intercambiaron miradas, palabras, algún bailoteo y nueve dígitos. Empezó a enseñarme fotos de esa noche, esas fotos horrorosas hechas con el teléfono por uno mismo quedando las caras deformadas, se les veía muy contentos e incluso muy acaramelados, en alguna incluso se podía ver a la mujer de Pedro, Sonia, que también conocíamos de la época, a todos los fotografiados se les veía con sonrisas de alcohol, algunas canas, arrugas y frentes despejadas por la falta de pelo, nada hacía prever en aquellas fotos lo que podría cambiar sus vidas unas horas después. Y digo horas porque según me contó Julia fue Pedro quien la acompañó a casa, habían decidido rematar la noche dándole la bienvenida a la mañana con un chocolate con churros, pero Sonia estaba un poco preocupada por haber dejado a sus dos hijos tantas horas con una nueva canguro y animó a ambos a que disfrutaran del desayuno sin ella. Y eso hicieron, se fueron los dos solos y entre olor a aceite requemado y chocolate hicieron un resumen de la noche y quedaron en volverse a ver pronto.
Julia me estaba asustando.
—¡Ay Marisa, tantos años teniendo a Pedro en clase en el pupitre de atrás y no darme cuenta de esos ojos azules, te aseguro que esa noche me parecieron océanos ofreciéndome un chapuzón en el más profundo deseo!
Según ella esa misma noche lo sedujo, claro que ella en eso tiene sobrada experiencia, conquista con la misma rapidez que se adjudica un tiempo de descanso para deshacerse de la caza. Por lo visto Pedro se lo había pasado tan bien que hasta se había olvidado de la edad que tenía, y le insinuó que estaría encantado de acompañarla en alguna que otra salida de las suyas, claro está sin su mujer. Y como Julia se acostó soñando que nadaba en el mar de sus ojos no tardó en invitarlo al día siguiente a tomar una copa, y en menos de una semana estaban los dos disfrutando de una suite con vistas, jacuzzi, una botella de Moët & Chandon y fresas. Mientras me lo contaba no podía parar de pensar en Sonia, en ese matrimonio, en los hijos en común y en la irresponsabilidad de ambos. Me comentaba que llevaban dos meses y medio viéndose todos los martes por la tarde en el mismo lugar con el mismo deseo, las fresas y el champagne. Pedro le ha prometido que antes que llegue a celebrar el próximo aniversario con su mujer habrá pedido el divorcio, la señal de que ha dejado a su mujer la encontrará un día entre las fresas, ella presiente que será un anillo de diamantes.
Supongo que mi cara era un poema y la suya un verso terminado, porque nos quedamos en silencio y me observaba con cara de rebobinar toda la conversación y contársela a las ocupantes de la mesa de al lado, pero no, me eligió a mí justo cuando salía de aquel autobús, cuando justo unos minutos antes acababa de encontrarme con Pedro Guzmán en una floristería de un centro comercial, donde estaba redactándole a la florista un mensaje para una tarjeta que ubicaría en un precioso ramo de rosas rojas: "Doce rosas por estos doce años juntos, por ser la madre de mis hijos, por ser la mujer de mi vida, por todo y más te quiero Sonia ¡Feliz Aniversario!".
—¡Ah Patricia, no se olvide de engancharle en el lazo el anillo, que pueda verlo nada más ver la nota y sobretodo, que no se pierda que es un diamante y...!
Y cada martes Julia se come las fresas con sumo cuidado y esperanzada de encontrar su anillo, el resto de la semana seguirá soñando que está al caer irse a vivir junto a él y posiblemente si todo sale como lo planea, antes de cumplir los 34 Julia podrá cumplir su sueño, ser mamá, eso sí, nada de boda, eso lo tendrá bien clarito.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Algo o alguien imprescindible

Se nota que María se ha adaptado a mi carácter con facilidad, ya conoce todas mis manías y no le falta detalle alguno para conmigo, a primera hora de la mañana ordena, limpia y prepara el rincón donde paso la mayor parte de mi tiempo, ya se cuida ella que estos dos grandes ventanales estén impolutos, ni que tuviésemos niños por aquí dejando las manitas marcadas.
Me mantengo sentada aquí horas y nunca pensé que mi mayor distracción sería contemplar a la gente tras una ventana, aunque he podido comprobar que me gratifica más que la televisión, que sólo ponen programas para irritarnos, voceríos y peleas llamados debates, chismes comprados y alguna película con más drama que la propia vida. Ya tuve bastante en la habitación del hospital compartiendo televisor con la compañera de habitación, yo sin necesitarla y ella no dejaba de echar monedas para que el aparato no dejase de emitir luz y voceríos, menos mal que sólo estuve cinco días, alguno más y habría acabado por cargarme el televisor en algún momento en la que ella quedaba kao con el mando en la mano. Si al menos me hubiese tocado el lado de su cama con aquel espléndido ventanal habría sido menos sufrida la convalecencia. Añoré tanto observar por la ventana de aquella habitación que cuando llegué a casa me habilité una mini estancia en el rincón más luminoso de casa, el salón, en él tengo sol prácticamente todo el día porque es diáfano.
Desde que llegué del hospital la vida a través de ese gran ventanal se me antoja interesante.
Cada mañana, después de asearme, María prepara el desayuno para ambas, lo tomamos aquí juntas, al lado de esta ventana, ella conoce algunos transeúntes y me ayuda a saber de ellos y organizar sus vidas a nuestro antojo. Empezamos a despellejar a algunos que son asiduos a hacer los mismos gestos a diario, luego recoge la mesa y empieza con sus tareas de limpiar sobre limpio y hacer la comida. Siempre he sido muy independiente y desde que enviudé me he vuelto muy exigente, el hecho de tener que depender de alguien extraño que soporte mis manías y encima tenga que soportar yo las suyas me resultaba un poco incómodo y difícil de aceptar, pero he de decir que la recomendación de mi cuñada Luisa fue acertada –con esta chica no vas a tener problemas, es seria y responsable con su trabajo–. Y tenía razón.
Desayunamos, comemos y cenamos juntas y cuando ha terminado de limpiar lo que sigue limpio se sienta conmigo, algunas tardes echamos unas partidas al dominó, al parchís o la oca, los clásicos juegos de mesa que según María nunca fallan y entretienen. Otras veces enciendo un rato el televisor que aunque no me lo pide el cuerpo sé que a ella le gusta, veo como se queda hipnotizada con esos chismes y empieza a cambiar canales, a cual peor, pero claro, la entiendo porque estar conmigo debe resultar aburridísimo, no es cuestión de estar las dos aquí conversando con el silencio de nuestras respiraciones, sobretodo cuando oscurece y lo que ocurre en la calle pasan a ser sombras con algún haz de luz cuando pasan bajo las farolas, la de veces que me pregunto qué clase de transeúntes andarán a esas horas, cómo serán sus vidas.
Esta mañana nos hemos reído un rato con sólo observar la zona del kiosko de Emilio, como cada mañana hemos visto a Joaquín pararse delante de la pila de diarios y revisar la mayoría de ellos, los abre cono si fuesen suyos, pasa las hojas humedeciéndose el pulgar y con gran rapidez se lee los titulares, luego los vuelve a plegar y dejar en su lugar, eso sí, antes de marchar se pide un paquete de pipas que se come en la plaza de al lado rodeado de palomas, no entiendo como Emilio deja que haga eso, si todos hiciéramos lo mismo no vendería ni un periódico. Y como hoy era miércoles tocaba la llegada de Berta con su impaciencia pegada a su uniforme negro, Berta es una de las peluqueras de la calle, y digo unas porque hay tres, será que la calle se merece que la peinen. Berta siempre va a piñón fijo, compra cuatro o cinco revistas, de esa prensa rosa que nos colocan frente a los espejos o secadores; debo ser la única que ni las mira de reojo, a saber cuántos pulgares sobados de saliva han pasado por esas páginas.
Pero hoy el remate ha sido el portero del bloque de enfrente, un tal Mario, es la tercera semana que lo vemos merodear por el kiosko con las manos en los bolsillos, mira de un lado a otro como si estuviese a punto de robar algo y huir como un niño en una tienda de golosinas, pero no, lo que hace es esperar a que no pase nadie cerca para comprar un par de revistas porno. He de decir que sabemos que son revistas porno porque están colocadas en un sitio estratégico para no ser demasiado vistas por los niños que merodean por allí, al menos eso dice Emilio ¡Qué iluso Mario, si supiese que estamos aquí María y yo con nuestros ojos puestos para ver sus movimientos! y me refiero a los movimientos de la compra, porque los que hará después en su intimidad pasando hojas de papel cuché a todo color ya se lo dejamos a...
Esta mañana, la visita al kiosko de Mario nos ha pillado desayunando y casi nos atragantamos con el bizcocho, y no era por seco ni por falta de café, sino porque María se ha puesto a imitar a Mario con sus revistas pornográficas en horas ociosas y hasta me ha dicho que lo mismo cuando bajase a hacer la primitiva se pasaría por la portería a ver si lo pillaba infraganti, la película que ha montado imaginándose la escena me ha hecho reír tanto que he cogido hasta dolor de estómago. Ya le he dicho que en cuanto mejore y pueda salir por mi propio pie quiero que me acompañe al grupo de teatro en el que a veces colaboro, ese don que tiene María tiene que exprimirlo, encima transmitirá al grupo mucho humor que buena falta nos hace.
Para que luego digan que la televisión es el mejor entretenimiento, a mí con esta mujer no me hace falta alguna. Ahora mismo sale un olor de la cocina que merece un premio, y en lugar de describirlo voy a ver si puedo acercarme con ayuda de mis muletas a la cocina y probar la comida mojando un trocito de pan, ya sé que cuando me vea aparecer por la cocina me reñirá y es entonces cuando le contestaré: –Pero María, si es que este aroma que inunda todo el piso hace que se pongan en pie hasta los dolores ¿no crees que este es el mejor signo de recuperación que puedes ver en mí?– Ella se reirá y me cortará un trocito de pan con morcilla de su pueblo, rica, rica y me dirá: –Pruébela Berta, la hace Encarna y su marido, parece la morcilla que hacían en el pueblo de mis padres, esto sí levanta lo que haya que levantar...– Me miró con cara de pícara y nos volvimos a reír, supongo que pensando en Mario.
Ya le voy diciendo que cuando esté recuperada quiero ampliarle el contrato para que siga mimándome y haciéndome pasar gratos momentos, está claro que cuando envejecemos nos vemos en la necesidad de necesitar o de buscar algo o alguien que sea imprescindible, hoy María es ese alguien y la ventana ese algo.

Más sobre estos personajes aquí

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cadillac solitario


Llegó asustada, aturdida, reconocí su voz al hablar con la enfermera en la ventanilla de la sala de urgencias, escuché como le decía que había venido sola, que las molestias que sentía le habían sorprendido entre la pescadería y la panadería, que no atinaba a llamar por teléfono a su marido o hijos; mientras la enfermera la tranquilizaba me detuve para interrumpir la conversación, agregué que yo la conocía y quería ser la acompañante hasta que llegasen sus familiares, fue una casualidad que me encontrase allí, justo cuando marchaba de mi cita de traumatología. Ana me miró sorprendida y me abrazó con gran entusiasmo, como si hubiese visto a su ángel de la guarda, la verdad es que me pregunto la de veces que ella llegó a ser el mío. Hicieron pasar a Ana para un reconocimiento de urgencias, a mí me pidieron que estuviese atenta en la sala de espera, todo apuntaba a un posible infarto, me quedé con las pocas pertenencias de Ana, una bolsa isotérmica con pescado en su interior, una barra de pan en una bolsa de lino y su bolso, me senté y busqué el teléfono en el bolso de Ana para llamar a Fernando, su marido. Observando los números de teléfono empecé a hacer un recorrido por el recuerdo, por sus caras, sus voces, es increíble lo bien que recuerdas las cosas vividas durante la infancia.
Ana ha sido siempre una gran amiga de la familia que dejé de ver justo unos meses antes de marcharme a vivir a México. Ella y su marido tienen tres hijos, dos chicas, Elvira la mayor nacida justo un año después de su boda y Sonia que vino dos años después de nacer Elvira; ocho años más tarde, cuando ya no creían poder ver más niños correteando por la casa, Ana volvió a quedarse embarazada de Ricardo, el hijo menor. Ricardo y yo nacimos el mismo día, en el mismo hospital y con una hora de diferencia. Mi madre y Ana se conocieron en una sala de pre-parto del hospital y ahí empezó una pequeña amistad hasta la fecha, una amistad que fue anidándose en tardes de cafés, guarderías y colegios.

lunes, 29 de octubre de 2012

Dejándose llevar

El hilo de esta historia podría empezar aquí

M- Hola Carmen, por fin te veo por la red.
C- Hola Maica. Llevo dos días intentando tener un momento libre para conectarme pero me ha sido imposible, y no será porque no he intentado hacerle huecos al reloj.
M- Tranquila, ya me imaginé que estarías liada, yo tampoco he ido demasiado libre que digamos, hemos tenido un compañero de baja esta semana y hemos tenido que hacer entre todos su trabajo, con lo que me ha llevado hacer algunas horas de más esta semana.
C- Ayer mientras estaba esperando a Santi salir de sus clases de taekwondo pensé en la torpeza de no haberte pedido aún tu número de teléfono, al menos me habría distraído un poquito escuchándote durante la espera.
M- ¿Desde cuándo no miras el correo? yo te envié mi teléfono hace un par de días por email.
C- No te he dicho que he ido fatal de tiempo, no he encendido el ordenador desde hace días, luego lo miro. Espero que estés preparada para seguir contándome tu historia de Cádiz.
M- Pues claro, lo dejamos en...
C- En el contacto nena, el contacto.
M- Bueno, me refería a contacto, o sea, al hecho de...
C- Que no te enrolles y le des al teclado, que no quiero escusas de ningún tipo hoy.
M- Pues al llevarme del brazo mi cuñado hacia la pista de baile y dejar atrás a Daniel en la barra me encontré con Santi, el cual me agarró dando giros sin sentido para bailar, intenté no perder de vista la silueta de Daniel en la barra pero mientras me movía entre tanta gente de las manos de Santi vi como Daniel se acercaba a su mesa y acaparaba un vaso de la mano de César, se tragó de un sorbo todo el contenido mientras miraba donde estábamos Santi y yo. Empecé a pensar que con lo poco que le gustaba bailar no se atrevería a acercarse y salvarme de aquel momento tan angustioso, de verdad Carmen, me encontraba fatal, no sé si fue el cava o los giros.
C- O la mezcla de varias bebidas durante la noche guapa, bueno, eso y los nervios hicieron un cocktel en tu estómago fijo.
M- Segurísimo, pero bueno, entre giro y giro apareció Daniel y creo que se me quitó de un plumazo el mal estado, eso o es que su presencia me hizo olvidar el malestar. Apareció con un gesto tímido de los suyos, me cogió delicadamente la mano para relevar a Santi, ¡no me lo podía creer! Encima con la canción que había de fondo, ni más ni menos que la de “cobarde” de Bustamante, tenía ganas de reir por dentro, pensando en las casualidades de la letra para un ser como él, pero al sentir su mano agarrando la mía todo mi cuerpo sintió un escalofrío que aún sigue recorriendo mi ser. Le noté torpe en su ritmo y no entendía por qué no salíamos de aquella pista que lo único que hacía era disfrazar nuestros deseos. Y creo que estuvo a punto pero la canción que vino después le detuvo el intento. Menuda canción Carmen.
C- No sería una lambada jajaja...
M- No, no. Te acuerdas en la disco cuando ponían los lentos y salía la canción de “one more try”, la de veces que busqué la mirada de Daniel para ver si se atrevía a acercarse para bailarla juntos.

domingo, 14 de octubre de 2012

...a ti

Hay notas que te traen
y melodías que me llevan,
silencios que te llaman
y latidos que me callan.

Hay besos que te ruegan
y abrazos que me condenan,
miradas que te palpan
y caricias que me enredan.

Hay sueños que te cuentan
y palabras que me delatan,
pensamientos que te hallan
y reflexiones que me disfrazan.

Hay tantos minutos que te evocan
y primaveras que me apartan,
sendas que te acercan
y distancias que me trasladan…

...a ti.


lunes, 1 de octubre de 2012

Doy fe

26-09-1938 Zurich

Querida Ángela
Qué extraño se me hace volver a dar la bienvenida a un nuevo otoño en este país que dejó de ser nuevo como sus estaciones, llevo la carga de esta estancia como una pesada cruz, vine con la idea de volver pronto y ese pronto se ha transformado ya en dos años. Siempre me había gustado el otoño pero aquí, esta estación se apodera de la luz y la esconde para contaminar de tristeza cada hora del día, este paisaje hechizante esconde más melancolía de la que necesito. Lo único que ha hecho que me despoje de pensar en ti y en esa huída es el trabajo. El restaurante es tan turístico que siempre hay gente con quien mantener alguna conversación, cosa que ahora hago con más naturalidad debido a mi mejora con el idioma. Lo que no llevo tan bien son los olores de la cocina, ya sabes que en cuanto huelo a fritanga necesito una ducha. Como ves mi maniática costumbre de ducharme después de comer sigue a mi lado, sin pensar si quiera en esa leyenda urbana de los desconocidos cortes de digestión que nuestras madres nos repetían continuamente al llegar la temporada de playa.
Hoy he tenido libre y me he puesto a ordenar un poco esta minúscula vivienda que sería más minúscula si estuvieses tú y tus cosas, daría lo que fuera por andar tropezándome con ellas en lugar de estar ordenando periódicos que dejo al lado del sofá cuando me quedo dormido en él por el cansancio. Si al menos recibiese alguna carta tuya releería una y otra vez tus palabras, de hecho lo hago con frecuencia con las únicas que recibí, me quedo observando a veces los renglones sin leerlos, observando esa letra tan elegante con la que te ganabas algunos puntos en la escuela. Ojalá existiese otro medio barato para comunicarnos, resulta tan caro hacer una llamada desde el teléfono del restaurante o en las cabinas de la calle, encima no funcionan como es debido, esta mañana he desperdiciado de nuevo un montón de monedas sin éxito; cómo debe estar el estanco del Sr Joaquín que ni si quiera da línea, se oyen tantas cosas en la radio, que sólo imaginarme que hayan llegado a bombardear alguna zona del pueblo me genera más tensión y nerviosismo, es demasiado doloroso estar tan lejos de tu tierra sin saber al cien por cien lo que está sucediendo, las noticias generalizan mucho pero no especifican qué zona queda destruída.


Espero que esta ausencia de tus cartas no indique algo negativo, preferiría que hubieses decidido dejar de escribirme por otro hombre a que te ocurriese algo en medio de esa maldita locura, si al menos pudiese verte para saber qué ocurre, cuál es el motivo de este silencio, esta ausencia de noticias tuyas, de la familia; si supieras lo mal que lo paso pensando en vuestra falta de libertad, de comida, en la suerte que tengo de comer cada día dos platos calientes, pero hasta que esa guerra no termine no va a ser posible; y no es que por aquí pinte la cosa muy bien, se habla hasta de otra guerra mundial, no sé cómo va a terminar todo esto Ángela, el mundo entero está contagiado de rabia y no se dan cuenta que el único antídoto es amarnos los unos a los otros, sin odios, sin asperezas, sin envidias, sin reproches. Cambiaré de tema que parezco el padre Ramón con sus sermones, la verdad es que ahora sería capaz de estar aguantándolos con tal de estar ahí, cerca de toda mi familia, cerca de ti.
Tenía razón Gabriel con lo de poder conseguir publicar algo fuera de España, sin censuras y sin necesidad de huir. He conseguido una máquina de escribir preciosa, ha sido gracias al señor Rudolf que tiene contactos, el precio era un poco alto pero la verdad es que está en muy buen estado, nada más ubicarla en mi escritorio improvisado he querido estrenarla escribiéndote. Rudolf también me ha dicho que tengo madera de escritor, le he dejado leer algunas cosas y se ha propuesto ayudarme, conoce a un editor que posiblemente pueda ofrecerme algún trabajo como colaborador en un periódico, ya sabes la ilusión que me haría, aunque el problema es que sería en Frankfurt y tendría que dejar de trabajar en el restaurante; y a no ser que mi escritura me diera para sobrevivir no podría. Como ves esta noticia es la única buena que he tenido en mucho tiempo, ahora mismo en estas líneas van miles de abrazos camuflados en tinta, por favor, hazlos tuyos y recuerda que sigues siendo la musa de mis obras.  Rezo por muchas cosas y ruego porque me escribas.

PD: Doy fe que la letra del clásico bolero en la que dice que la distancia es el olvido no es cierta.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Y tan cerca

El hilo de esta historia podría empezar aquí

Maica- Hola Carmen, ¿estás por aquí? ¡Conéctate porfa!
Carmen- ¡Por fin! ayer estuve esperando verte por aquí como una hora, ansiosa por verte conectada, y es que desde la última conexión me dejaste intrigadísima.
M- Lo siento, ayer me tocó quedarme en el trabajo unas horas más y cuando llegué vi tu mensaje pero me imaginé que ya no estarías y ahora acabo de acompañar a Álvaro a llevar su coche al mecánico; para estar más tranquila contigo lo he mandado con mi coche a hacer algunos recados.
C- Qué bien, entonces estamos solas las dos, Ramón y los niños se han ido a la bolera con mi cuñado y sobrinos, así que la tarde es nuestra.
M- Esta conversación sería genial tenerla cara a cara con un café.
C- Sí, sí, pero como por la distancia es inviable, venga, venga, escupe lo que dejamos el otro día.
M- ¿Y por dónde quieres que empiece?
C- Maica, pues por donde va a ser, por tu visita a Cádiz.
M- Madre mía Carmen, sólo nombrar Cádiz se me ponen los pelos de punta, jamás podría imaginarme que a esa distancia podría reencontrarme con aquel grupo y mucho menos con Daniel.
C- Ayyysss quieres creer que desde que me lo dijiste he estado imaginándome el momento, como me habría gustado estar ahí.
M- Pues me acordé de ti, miré a mi alrededor por si era una broma, por si detrás de ese grupo aparecíais tú, Sandra, Esther y Sara, de verdad, no podía creérmelo. Los vi aparecer mientras estábamos en un cocktel-cena-baile que organizaba el hotel. Creo que no se dieron cuenta de mi presencia, mi mesa estaba situada de tal manera que me permitía controlarlos sin que me viesen.
C- ¿Pero no te acercaste a hablar con ellos?
M- Tranquila, tranquila… Estaba tan nerviosa que necesitaba tiempo, en nuestra mesa estábamos Álvaro, su hermana y marido y otra pareja; para completar la mesa se añadieron cuatro suecos que llevaban veraneando en España seis años y se desenvolvían bastante bien con el idioma y más aún con el cachondeo. Aprovechaba que Álvaro y los demás estaban enfrascados en conversaciones y copas para observar al grupo, una enorme planta me ayudaba a no ser vista. Cuando ya habíamos tomado y comido suficiente vi que Daniel se levantaba, era momento de no perderlo de vista, mis piernas temblaban como cuando tenía 15 años Carmen. Los suecos y el resto seguían bebiendo, esta vez con chistes, yo pensando en cómo levantarme de aquella mesa sin llamar mucho la atención, seguí a Daniel con la mirada y cuando se paró en la barra pensé que era el momento de lanzarme, cogí el bolso con la intención de dirigirme al lavabo, pero mi cuñada aprovechó mi gesto para ir ella también, creí que todo se me iba al traste; al salir el destino me echó una mano, la música tenía más volumen y mi cuñado estaba esperando a su mujer justo en la salida, se la llevó a la pista, miré a mi mesa y vi que Álvaro estaba bastante emocionado con el resto, desvié mi mirada hacia la barra y…

martes, 11 de septiembre de 2012

Sin cuchillo y tenedor

El hilo de esta historia podría empezar aquí

Ramón- ¿Carmen te vienes a…?
Carmen- ¡No entiendo por qué no está conectada!
R- ¿Qué te ocurre?
C- Que no hay manera de encontrar a Maica conectada en el chat, qué raro, me dijo que hoy lo haría a la misma hora de ayer.
R- Acabarás antes si la llamas.
C- Lo haría si no se me hubiese olvidado pedirle su número de teléfono, ¡qué cabeza la mía!
R- Lo mismo se le ha olvidado.
C- No, no puede haberse olvidado, si quedamos en…
R- También puede haberle surgido algún imprevisto no sé, una avería con el coche, unas horas extras, los niños…
C- Pero qué dices, si no tiene hijos, debe haberle ocurrido algo, Maica ha sido siempre muy fiel a su palabra.
R- Bueno, no lo agraves más de lo que es, dale unos minutos, envíale un correo, no sé... Venga, vamos a dar una vuelta y de paso nos quedamos luego a cenar con los niños en el Mcdonalds.
C- Ramón sabes que odio ir al Mcdonalds.
R- Sí pero a nuestros hijos les encanta.
C- Pues deberíamos haberles hecho entender que ir a ese sitio no es comer.
R- Pero si vamos muy de vez en cuando mujer...
C- Siempre que he pisado ese restaurante es por ellos, y digo yo ¿por qué lo llaman restaurante? Si prácticamente todo lo que tienen en el menú se puede comer sin cuchillo y tenedor.
R- Venga mujer, no seas negativa, además hoy está aquí la amiga de Laura y les he prometido una cena allí. Mira, te propongo algo mejor, nos pasamos por el Mcdonalds del centro comercial para que cenen ellos, les compramos una entrada para que vean una peli en el cine y mientras, cenamos en la pizzería de al lado.
C- O sea, que ya haces los planes con tus hijos antes de consultarme a mí.
R- No te me pongas celosa a estas alturas.
C- ¿Celosa yo? ¿y por ti? Ja!! Mira, acepto el plan de la pizza, siempre será mejor que una triste ensalada de ese antro.


R- Ya que estás navegando mira la cartelera, a ver si hay alguna peli que los niños puedan ver.
C- Sí, no vaya a ser que al final el súper plan... y me toque cenar...
R- Mientras voy a ir a limpiar un poco el coche.
C- Buena idea, el coche lo está pidiendo a gritos, yo voy a seguir intentando contactar con Maica.
R- ¿Me llevo a los niños conmigo?
C- Al menos llévate a Santi que hoy está insoportable. Laura y Esther están en su habitación haciendo de modistas con sus muñecas.
R- Entonces mejor no interrumpo su momento de inspiración, me llevo a Santi, luego me pasaré a ver a mi hermano que se ha comprado una moto nueva, otra para ampliar su colección, menos mal que tienen un amplio garaje.
C- Tu hermano y sus motos, no sé como Carlota no le para los pies.
R- Mujer, ella también tiene su hobby y sus gastos, no sé qué va a hacer con tantas labores de punto de cruz.
C- Cada loco con su tema, mira, podrían ver la peli de "Tadeo Jhones", a la sesión de las 9h, eso sí, tendríamos que llegar al McDonalds a eso de las ocho y cuarto para que les de tiempo de cenar a los tres. ¡Aysss qué raro que Maica no esté por aquí conectada!
R- Son pasadas las seis ¿a las ocho y cuarto estarás lista? ¡Carmen... Carmen! ¿me escuchas?
C- ¿Qué? perdona, no te estaba escuchando, sí, sí, que luego quedamos.
R- Que sobre las ocho y cuarto estaremos en la puerta, que estéis preparadas las tres.
C- Que sí, que ya me lo has dicho dos veces, ¿te vas o no te vas?
Mira que no pedirle el número de teléfono a Maica, a ver si ahora voy a estar sin saber de ella unos cuantos años más… ¡¡no por favor!! Y esta tarde que estaba sola y podía… Venga, venga, venga… Maica, responde, que ayer nos quedamos a medias… Pero ¿qué me ocurre? estoy como una niña con zapatos nuevos, eso sí, sin ganas de pisar ese Mcdonalds. Y hablando de niñas, voy a ver qué hacen estas dos en la habitación.

Qué pasará... aquí

viernes, 24 de agosto de 2012

Entre redes



Jorge- Qué quieres que te diga Daniel, esto de las redes me tiene mosqueado, mi mujer está todo el día pegada al móvil, en casa ahora se escuchan más los sonidos del whatsapp que un cd de los Beatles.
Daniel- Bueno, hoy es el móvil y mañana serán las pelis románticas con la mantita y palomitas, las mujeres tienen días…
J- No, no, a mí Sara me tiene algo preocupado, se lleva el móvil a todos lados, hasta al baño. Y yo me pregunto ¿pero si se está duchando? No le digo nada porque encima se me pone como una moto.
D- Anda Jorge ¿no estarás pensando que tiene un rollito con alguien? ¡Que te conozco!
J- No, no lo creo, pero es que ahora con tantas amistades que de pronto le han salido.
D- Tranquilo, cuando tenga un número de contactos o cambie la moda se le pasará, no creerás que a Sara van a salirle amigos de la nada. ¿A caso tú no tienes cuenta con amigos en el face?
J- Sí, tengo una cuenta pero casi ni la uso, ya sabes que lo mío no son las tecnologías, me siento perdido. A veces en el sofá por pereza de encender el ordenador ojeo algo a través del móvil, pero me resulta muy incómodo navegar y contestar en una pantalla tan pequeña, además es lentísimo.
D- ¡Si tuvieras un iPhone no dirías lo mismo!
J- ¡Ya estamos! como tú eres de los de la manzanita esa…
D- El día que pruebes un producto Apple no querrás volver a...
J- Sí, sí, pero no me cambies de tema, ¿tú usas el Face?
D- Sí, de vez en cuando, cuando no estoy muy liado busco o rebusco y me pongo al día de cosas que hacen los colegas, normalmente nada interesante, lo tengo más como un juego o distracción. si quieres un consejo no te ciegues Jorge, esto es como un virus pasajero, hace unos años la moda fue tener email, luego tener messenger y ahora es tener facebook y whatsapp, mañana será otra cosa… ¡todo es lo mismo pero con distinto nombre y abrigo!
J- Yo es que esto del face lo veo más como una utilidad de recopilar a personas que hacía años que no veías, amigos del cole con los que te apetece de nuevo tener contacto y recordar viejos tiempos, pero más allá creo que…
D- Bueno, un día leí que esta moda de las redes sociales fueron creadas para ir más allá que buscar colegas de forma rápida y en la palma de la mano.
J- ¿Y tú qué opinas que esto, crees que es una especie de conspiración?

martes, 21 de agosto de 2012

Buscando amigos que ya lo fueron

El hilo de esta historia podría empezar aquí

Santi, Albert están ahora conectados, ¿quieres chatear con ellos?
¿Dónde estará la opción de buscar mediante correo electrónico? A ver si en el apartado de buscar amigos… claro, debe ser por aquí, ¡venga Maica, que no se diga! Copiar dirección, pegar dirección y buscar… Listo, hay una Carmen Rivas. Es ella, "la bisagras" para las amigas.



Y ahora aunque oficialmente somos amigas desde la infancia voy a solicitar su amistad a través de este botoncito ¡qué horror! A ver cuando me vea si me reconoce, que como sólo tengo puesto mi nombre y debe estar repetidísimo por estas redes, la verdad es que he cambiado mucho, como casi todos los de nuestra edad. Voy a chafardear alguna foto, vaya pues no, hoy me quedaré con las ganas, ahora con el único que podría chatear sería con Santi, pero es que no me apetece.
¡Mensaje nuevo de su actividad!
Acabo de conectarme y ya tengo a Santi pegado al chat, seguro que es él. Carmen Rivas ha aceptado su amistad.
Uy qué rápido, si me ha aceptado es que está conectada ahora mismo, aunque puede ser que tenga un móvil de esos nuevos que... Pero qué ilusión, si hasta me estoy poniendo algo nerviosa… 
...
C- Hola Maica, qué ilusión me hace contactar contigo ¿Cómo estás?
M- Hooooola Carmen, ¡qué rápido! Bien estoy bien ¿y tú?
C- Bien, bien, en seguida llego a casa y me conecto al ordenador, que esto de chatear por el móvil no es muy cómodo, estoy en el parking en cinco minutos estoy contigo, ¡no te me vayas eh!
M- Ok, te espero. Mientras voy a ir mirando tus fotos.
Bueno, tiene dos niños, su marido no sale mucho, se nota que es el que lleva la cámara, ella está guapa, se conserva bastante bien, qué chismosas somos las mujeres.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Firmamento lleno de historias

Quim era un amigo que conocimos en el camping al que íbamos desde que tengo uso de razón, hacía años que estaba instalado allí con su mujer en un pequeño bungalow, nosotros sólo coincidíamos con él en verano y algunos fines de semana durante la primavera y el mes de septiembre. Quim odiaba la ciudad, prefería vivir en un reducido habitáculo con su mujer y disfrutar de la montaña nada más despertarse que vivir en una ciudad ruidosa y alquitranada. Decía que levantarse de noche y disfrutar del espectáculo que te ofrecía la noche ante un hermoso cielo estrellado no lo cambiaba por nada. Tendría unos sesenta y pocos años, le gustaba mantenerse activo haciendo un poco de deporte, cada día montaba en bicicleta y se trasladaba a la playa más cercana que estaba a unos ocho kilómetros para darse un baño.
Los veranos vividos en su compañía fueron especiales, eran noches en las que cuando nos aburríamos del dominó o cualquier juego de mesa, o de lo poco interesante de la televisión, o el sueño no parecía manifestarse, nos desplazábamos con nuestras sillas hacia el bungalow de Quim, se notaba que disfrutaba de la compañía de unos cuantos niños ya entrados en la adolescencia; él sabía que era el protagonista de las conversaciones en esas madrugadas, nos hablaba de aventuras de su niñez, nos daba consejos amorosos que a nuestros catorce años ya escuchábamos con algo más de atención, como un sin fin de consejos extras sobre la vida, pero con lo que se le notaba disfrutar al máximo era con el tema de astronomía, era un simple aficionado pero entendía mucho más que todos nosotros juntos, además, le ponía muchísima pasión y eso hacía que la observación del cielo a su lado tuviese más peso.



Aprendimos a distinguir algunas constelaciones, que se veían en esos meses de verano, planetas que siempre habíamos llamado luceros y a saber valorar lo que sucedía en la noche mientras el mundo en la oscuridad y el silencio parecía pararse. Lecciones simples que quedaron grabadas como: Siempre estamos en continuo movimiento, siempre. ¿Veis ese planeta? es Venus y mañana a la misma hora lo veremos más hacia la derecha, ¿veis aquel cúmulo de estrellas? está cerca de la constelación de tauro, se llaman las pléyades aunque para recordarlas mejor también las llaman las siete cabrillas, aunque es una constelación típica de las noches de invierno, a estas horas de la madrugada aún podemos disfrutar de ella. Todos nos quedábamos fascinados en su habilidad para hacer que nos concentrásemos en todo lo que explicaba, si nos hubiesen explicado en la escuela ciencias de la misma manera que Quim lo hacia, habríamos tenido sin duda mejores notas. 
Solía salir con su silla a observar el cielo cuando la mayoría ya estaban durmiendo en sus caravanas o bungalow's para así estar en absoluta oscuridad, se le oía refunfuñar si alguno de los vecinos de repente sin poder dormir sacaba alguna lámpara para tomar el fresco. A media tarde se le podía ver bajo el porche con su inseparable guía de campo de las estrellas, con la que había aprendido a identificar muchísimas constelaciones, nos contaba que el firmamento está lleno de historias mitológicas, y sin más se ponía a describirnos una: "Miraremos hacia el norte donde podremos estudiar muchas constelaciones asociadas a Perseo, Casiopea es un grupo de estrellas que forman una W. Cepheus (Cefeo, real consorte de Casiopea), está situado al norte y al oeste de la Reina, cuya presunción de ser más hermosa que Juno despertó la cólera de las ninfas del mar. Éstas enviaron a un monstruo marino (Cetus) para que devastara la costa y expulsara de ella a Casiopea, trasladándola al firmamento, donde está colgada con la cabeza hacia abajo la mitad del tiempo del año para que aprenda a ser humilde. Neptuno pidió que su hija Andrómeda, fuera encadenada a una roca como sacrificio de Cetus, Perseo acudiendo volando sobre los lomos de Pegaso (el caballo alado), rescató a la doncella".
Esto en concreto lo recuerdo porque me lo apunté en un papel que acabé memorizando. Quim nos invitaba a observar, sólo a observar y estar atentos, su gesto nos involucraba y nos hacía ver la astronomía como un juego. A mediados de agosto con la excusa de la lluvia de estrellas o perséidas nos hacía llevar alguna esterilla para podernos tumbar y observar cómodamente el cielo, se trataba de parpadear lo mínimo posible, o mejor dicho, estar atentos porque en cualquier momento aparecería una estrella fugaz, y quién sabe si algún escurridizo bólido, de cada diez estrellas fugaces que él veía nosotros a lo mucho veíamos dos, parecía como si Quim tuviese un gran angular, algunas estrellas aparecían por la derecha, otras más arriba, todo una locura pero era precioso eso de coleccionar deseos cada noche. Un día nos dijo que cada uno teníamos una estrella asignada, él mismo se encargó de adjudicarnos una, luego debíamos hacer un dibujo con las estrellas más cercanas a la nuestra y comprobar que saldría una letra, que a su vez sería la inicial de nuestra futura pareja. 
Creo que quería con ello implicarnos a sentir la ciencia mezclándola con lo que más alborotaba nuestros sentidos, esos cambios hormonales y deseos adolescentes y así saber admirar el cielo el resto de nuestra vida. Y por mi parte lo consiguió, no hay noche que no salga a disfrutar aunque sea unos minutos de ese espacio infinito, haga frío o haga calor allí estoy bajo el cielo estrellado, sólo cuando un nublado o tormenta me lo impide dejo de observarlo. Me prometí desde aquel verano mostrarle a mis hijos, si es que algún día tengo alguno, los secretos del firmamento y conseguir que las estrellas y luceros sean sus compañeros íntimos.

lunes, 30 de julio de 2012

No me tientes

La sala de espera era un hervidero de chismes que no daba pie a un segundo se seriedad y silencio, intentaba leer un cartel sobre recomendaciones alimenticias para evitar el ácido úrico, otro recomendando acostumbrar a los más jóvenes a tomar más vitamina C, sobretodo hacía mención a los cítricos; así que entre naranjas, limones y el murmullo conseguí a destiempo despistar mi nerviosismo interior. Qué poco acostumbrado estoy a esto, la verdad es que estaba donde tenía que estar, todos los de la oficina me lo aconsejaron unos minutos antes... ¡que no es normal ese dolor Javier, debes ir a urgencias ya! 
Carlos fue el que despegó impulsivamente el culo de su silla para llevarme hacia el parking y acompañarme al hospital personalmente y menos mal, porque tal y como me encontraba creo que me habría sido imposible coger el coche por mi cuenta.
Sentado en aquella sala de espera creí ver mi final, y en décimas de segundo esos estados de arrepentimiento ocasionados por el pasado me sacudían por dentro una y otra vez, quizás lo que la mayoría en este estado piensa creyendo que son sus últimas horas, se mezcla todo, que si debía haber hecho esto mejor, aquello; pero tenía que ser fuerte, porque no estaba en el lugar apropiado para curar una herida del pasado y mucho menos para revivirla entre tanto bullicio. Me puse a jugar con el móvil para distraerme pero lo apagué por eso de las ondas y porque otro cartel que tenía delante de mis narices me lo advertía: "mantengan apagados sus móviles por favor", de repente los sonidos de los whatsapp seguían recorriendo la sala, qué ironía. Al apagarlo me di cuenta que si quería comunicarme con Carlos no podría, además que estaba al límite de batería. La verdad es que si Sandra supiese que estoy solo aquí con lo hipocondríaco que soy no se lo acabaría de creer, lo mismo Carlos ya se ha puesto en contacto con ella. Pobre creo que él también venía un tanto asustado en el coche diciéndome -esto debe ser el estrés Javier, te darán una pastillita y para casa- . Y yo le decía -claro, claro, lo más probable sea el estrés acumulado estos últimos meses, pero ¿qué hacemos? esta empresa tiene etapas, a veces este cúmulo de trabajo lo llevamos mejor y otras veces peor. La verdad es que a mí se me ha juntado todo Carlos, los problemas en casa con el posible despido de Sandra, y nuestra separación, que está al caer; y no es la separación lo que me preocupa, si creo que Sandra hasta tiene un lío y eso aunque parezca raro me tranquiliza, lo que me preocupa es mi hijo, que esta mañana desayunando nos ha dicho a los dos "papá, mamá, los padres de Chemi se han divorciado y ahora Chemi no quiere salir a jugar, vosotros no os separareis nunca verdad", eso me ha matado Carlos-. Carlos intentó tranquilizarme de nuevo -Bueno, lo de la separación si ha de pasar que pase, lo primero ahora es tu salud, Sandra y tú lleváis más de un año mal y tendréis que asumirlo y el niño…-. Empezamos a oír bocinas detrás de nosotros, Carlos se había distraído con la conversación y no se había dado cuenta que el semáforo se había puesto verde. Por si a caso no me volvió a sacar más el tema, llegamos en silencio a la entrada del hospital, me apeé por la zona de urgencias cargado de dolor y con mi corazón a punto de suicidarse. Intentaba no prestarle atención pero el dolor seguía... No me tientes, no me tientes por favor, ahora no. Sólo necesito calmarme, sí, debo hacerlo.


lunes, 23 de julio de 2012

¿Lo de siempre?

-Hola Celia, prepárame un café cuando puedas.
-Ahora mismo. ¡Qué cara de cansada traes hoy!
-Sí, anoche estuve trabajando hasta bien tarde ultimando detalles de unos planos que teníamos que presentar para esta tarde. Hace nada que hemos terminado ¡por fin! ¿Y tú cómo lo llevas?
-Bueno, estaba deseando hacer vacaciones, para una vez que me las puedo pillar en junio va una compañera y se fractura una muñeca, así que al final tendré que aplazarlas para después de verano.
-Mejor ¿no? Piensa que después de vacaciones vas a encontrar todo más económico y más tranquilo, ya quisiera yo poder hacer vacaciones en septiembre u octubre en lugar de julio o agosto, es que en cualquier hotel que te instalas hay demasiada gente y es lo que menos necesito para descansar.
-Yo como me paso todo el año sirviendo cafés, bocadillos y platos a todo el que pasa por aquí, lo que necesito en vacaciones es que me sirvan, y como una semana en hotel no puedo permitírmelo tengo que conformarme con alguna que otra terracita o una comida fuera de casa.
-Normal, no sé como aguantas. Cuando vengo a comer y te veo con tantos platos para arriba para abajo, con tantas prisas… yo no podría Celia.
-Sí podrías, lo que pasa es que has tenido la suerte de haber estudiado una buena carrera y conseguir vivir de ello, pero si hubieses tenido que salir adelante como yo, te habrías agarrado a cualquier otra cosa, hasta limpiar casas.
-Ya, ya, si yo no le quito mérito a tu trabajo ni al resto de servicios, sino iba yo a estar aquí tomándome un café ahora, que aunque en la oficina hay una buena máquina de café prefiero bajar aquí y desconectar en otro ambiente.
-Pues ayer no te vi.
-¡No te he dicho que hemos ido de culo con un proyecto!
-Sí, sí, perdona, es que me he distraído.
-Pues no será por la gente que hay hoy aquí, es la primera vez que vengo a las seis de la tarde y veo la cafetería tan limpia, ordenada, sin gentío…
-Oye, oye, lo de limpia y ordenada…
-No te ofendas mujer, es que cuando vengo por las mañanas está a tope y cuesta encontrar un hueco para respirar, lo mismo que a la hora del almuerzo.
-Ya, no me lo recuerdes. A esta hora casi nadie pasa, de cuatro a cinco de la tarde solemos poner un poco de orden y comer, menos mal que este local no es muy grande.
-Pero recogeréis entre todos ¿no?
-Claro, claro, yo me quedo haciendo este horario mientras el resto marchan tres horas a descansar, cuando llegan a relevarme marcho a casa para disfrutar de mis hijos, que sino ni los veo. Esta hora de la tarde es muy tranquila, vienen cuatro gatos. Por cierto, qué raro que no haya venido el de las seis.
-¿El de las seis?

-Sí, es un cliente que viene cada día a esa hora y se sienta siempre en aquel rincón, y pide lo de siempre, un café. Es curioso, saca todos los días un bloc en blanco y se pone a escribir líneas y líneas, todo con un orden admirable, y lo más curioso es que hasta que no le sirvo el café no empieza con su ritual.

martes, 17 de julio de 2012

Amor descapotado

Teníamos la suerte de vivir a pocos kilómetros del mar, así que en época de verano era nuestro lugar de ocio. Nos subíamos al autobús y en menos de media hora estábamos ya dándonos chapuzones, tostándonos, jugando a voleibol o lo que surgiese, aunque casi siempre era esperar a que alguna chica nos llamase la atención. A veces bajábamos toda la cuadrilla juntos, otras nos encontrábamos en un espacio de la playa que parecía tener nuestro nombre. Era complicado encontrar libre la red de voleibol pero no nos importaba, cuando eso sucedía sacábamos una baraja de cartas e improvisábamos apuestas tontas o jugábamos en el agua haciendo piruetas que a más de uno nos hacía tragar alguna que otra bocanada salada.
Ese día me parecía raro que estuviésemos todos menos Sara. Esther nos comentó que habían llegado de Alemania unos primos suyos y lo mismo tenía otros planes, cuando llevábamos ya más de una hora sacando humor de debajo de las toallas apareció ella en un descapotable rojo alzando sus brazos para que le prestásemos atención. Creo que todos soñábamos con tener un descapotable de esos y conducir a pleno sol, sobretodo acompañado de chicas, pero esta vez era todo lo contrario, la única chica era Sara, el resto, dos de sus primos alemanes y un amigo extra de una altura increíble para sus dieciséis años, al salir del coche no podías imaginarte cómo había podido meterse en el asiento de atrás.


De ese día lo recuerdo casi todo y no recuerdo casi nada, lo más divertido quizás fue subir todos en ese coche, como en esos autobuses de la India; y lo más emotivo fue el aguijonazo que sentí al ver a Sara tan radiante, era algo que no lograba entender, se dejaba ver como cada día, una compañera más del grupo saltando, alborotando a todo el que la escuchase, pero en ese instante, la sentí desconocida... ¿o yo me sentía cambiado? Tras el cúmulo de diversión y emociones dignas de nuestra edad decidí bañarme solo entre el oleaje para callar mi nueva herida, curar con sal esa mezcla de pena y alegría; nadé mar adentro queriendo arañar el horizonte para deshacerme de aquel sentimiento que había transportado aquel descapotable rojo.

martes, 10 de julio de 2012

Destino... Cádiz

Hoy hace ya cuatro años de aquel encuentro, de aquel verano de 2008 y me apetece mucho escribir lo sucedido aunque sea en una libreta olvidada y vieja a la que parecen crecerle las páginas en blanco cada vez que la ojeo…
Llevábamos ya seis años César, Santi, Joan y yo recorriendo países desconocidos por vacaciones, nosotros los llamábamos viajes CCC, por sus comidas, clima y cultura diferentes a los de España. Empezamos a viajar juntos a los veinte años y mientras siguiésemos en estado de "soltería o separados" seguiríamos haciéndolo, sólo el verano pasado Santi desconectó de nosotros porque decidió ir a NY con la que por aquel entonces era su amiga con derecho a algo más, el resto ya separados no teníamos problema alguno. Yo ya tenía ganas de quedarme en la península algún verano y aprovechando que Joan llevaba ocho meses sin trabajo me costó poco convencer al resto para buscar algún paraje nacional. Hay que ver que con lo pequeña que es la península todos teníamos destinos predilectos y para poder ponernos de acuerdo decidimos meter en un bote dos destinos por persona y echarlo a suertes, al final ganó Cádiz. Siempre me atrajo ese punto sur de Andalucía, la unión de dos mares y el buen carácter de sus  gentes a pesar de la lucha con los aires de levante y poniente.


Tuvimos que hacer muchos números para que el presupuesto de Joan no se fuese de las manos. Escoger un hotel a medio camino de las playas más bonitas, que no hay pocas, planear una media de gastos para comidas y un plus especial para los gastos extras de las noches que prometían ser colosales en fiestas. Decidimos hacer los casi 1.200km que hay desde Barcelona hasta Tarifa en coche, me apetecía mucho poner a prueba el coche que había estrenado hacía cuatro meses y descubrir con él y en compañía de mis mejores amigos nuevas carreteras. 
César insistió en que saliésemos a partir de las cuatro de la tarde para ir buscando la noche, pero la verdad es que a esas horas y en pleno mes de julio lo que íbamos es buscando el sol; entre música, risas y fanfarroneos de quién iba a ligar más en Cádiz fuimos dejando al oeste el agotador día con su viejo sol, al otro lado presumía ya una luna creciente, una nueva brisa y olor a pasto seco nos empezaba a dar la bienvenida a las esperadas vacaciones.

viernes, 6 de julio de 2012

Cuestión de... sensibilidad

Desde que dio la noticia de que su nuevo disco estaba calentito esperando la promoción, empezamos a planear la compra del mismo y por supuesto asistir al menos a la firma de discos; donde la gente sin tener suficiente, preguntaría por las fechas de sus conciertos. Qué grande es esta mujer, si tengo que expresar lo que siento al escucharla tendría que inflar las palabras para quedarme a la altura de sus letras y eso es imposible, lo que ella compone y recompone nos puede haber pasado a cualquiera. Con sus letras sientes como un escaneado interior, un alboroto del juicio y una avergüenza en la piel. Sus acordes impregnan este espacio que respiro; su voz le regala abrazos a mi alma.
Ella nos deleita con sus letras y acordes y se lo agradecemos con aplausos en sus actuaciones, comprando sus discos, siguiéndola en redes sociales, etc. Hoy mi aplauso se convierte en una ilustración que he realizado con el permiso de mis ganas y la única pretensión que disfrutar haciendo lo que más me gusta, dibujar.
Mientras la dibujaba sonaban sus tres discos en mi iPod y pensaba en describir a Vanesa Martín como persona, pero no podría porque sólo he mantenido con ella dos encuentros agotando pilot's entre firmas, pero creo que detrás y delante de ese aspecto bohemio que luce con una sencillez natural, aflora una llaneza especial, la que refleja luego en sus canciones. 


Ojalá siga sorprendiéndonos y escandalizando mis sentidos muchos discos más. Mucha suerte en tu larguísima carrera Vanesa.

martes, 3 de julio de 2012

Conéctate...

...para ver quién está conectado para chatear.
Sandra, Albert, Chema están ahora conectados, ¿quieres chatear con ellos?
Mmmmm... Bueno, a ver si puedo hablar con Sandra.
Hola Sandra ¿qué tal? :-P



Eoooo, estás ahí? :-O

Please wait!!
Sandra escribiendo
facehands

Sandra- Hola guapa, qué bien!! tú por el facebook. Precisamente ahora quería enviarte un email
Maica- No me digas que estabas pensando en mí?
S- Pues sí, porque quería decirte que acabo de localizar por estas redes a alguien que creo que te gustaría tener entre tus amigos.
M- Pues viniendo de ti ¡a cualquiera hija! no sé cómo te lo haces, cada vez tienes más amigos, de dónde sacas...
S- ¿El tiempo?
M- No, déjame acabar la frase, que de dónde sacas tantos amigos.

domingo, 1 de julio de 2012

¿Y por qué no?

Se acercaban ya las doce del mediodía y las chicharras empezaban su cantar, –¡Toñi no quiero ni imaginarme cómo estarán las temperaturas tres horas más tarde! –¡Pues eso se arregla tomando algo fresquito! –¡Sí porque sino me niego a dar un paso más! Pero en una población ajena a la tuya siempre se siente una un poco perdida, en nuestro caso sólo intentábamos localizar un letrero rojo de bebida refrescante y el nombre del local debajo de la publicidad. La suerte fue encontrar un par de señoras que volvían de su compra diaria, interrumpimos su conversación para ver si nos podían indicar dónde podríamos deleitarnos de algo refrescante, rápidamente nos señalaron un bar al otro lado de una plaza pequeña y en la que ni las palomas se acercaban a abordar cualquier resto de migajas que las personas dejan tras una parada antes que el sol abrase los baldosines de la misma. Habíamos pasado dos veces por allí y no habíamos conseguido divisar el local ni letrero alguno, imposible que pudiéramos verlo, habían seis enormes moreras que con su volumen se encargaban de ocultarnos ese paraíso para un sediento y cansado turista como nosotras.
Aceleramos el paso al darnos cuenta que bajo la sombra de esas árboles habían mesas y vigilando las mismas un apuesto camarero con cuerpo y pose de portero de discoteca, que al ver nuestras caras comenzó a moverse, imagino que leyendo nuestro pensamiento, abordar la única mesa que quedaba libre y nosotras regalándole una sonrisa de ¡chica busca chico! Nada más sentarnos se

lunes, 25 de junio de 2012

No estaba en nuestro destino

Hoy acuso a la luna si es que hay que echarle la culpa a algo o alguien por haberte traído una vez más a mis noches silenciosas que ya empiezan a ser monótonas. Anoche sentado en este sillón, intentaba no sacarle más conclusiones a lo que soñé o creí ver cuando observaba el cielo estrellado, estaba realmente maravillado ante la inmensidad de la vía láctea cuando cerré mis ojos para evitar disfrazar mis pensamientos; no, no puede ser que intentando deshacerme de tensiones aparezcas dibujada entre las estrellas, anoche no me hizo falta pincel alguno para encontrarte entre Marte y Saturno. Tuve que cerrar los ojos porque creía volverme loco ante tanto centelleo que me persuadía dibujándome la silueta de tu cuerpo, hasta esa brisa veraniega se camufló haciéndose pasar por tus manos y sentí tal sacudida en mi cuerpo que me hizo llorar, siempre apareces cuando menos me lo espero, cuando menos preparado estoy para recibirte. ¿Y cuándo lo estoy? Siempre te cuelas con esa maestría y destreza para invitarme a un último abrazo, ese que quedó pendiente precisamente una noche de verano. Me levanté con la intención de que la cama me ayudase a mitigar esa angustia, me tumbé y el techo impregnado de luna me trajo de nuevo esa sensación de sentirme aún más culpable por haber atendido aquella mujer que resbaló cerca del andén y tuve que acompañar al centro sanitario más cercano, ese gesto amable hacia aquella desconocida hizo que no pudiese despedirme de ti, perdí mi tren para que tú no perdieras el tuyo. Posiblemente nunca te llegue esta carta ni llegues a saber que no fue mi intención no aparecer por aquella estación, llevaba en ella más de dos horas, intentando memorizar alguna despedida sin torpeza, secándome el sudor inoportuno de las manos que la cobardía provoca. Por lo visto no estaba en nuestro destino vernos ni despedirnos ese día, como tampoco abrazarnos.


domingo, 17 de junio de 2012

Desorden monocromático

Siempre intentando ordenar mi desorden, si busco en mi armario no encuentro a la primera lo que busco, ¡no tengo remedio, sigo siendo un desordenado! 



En la pandilla nos organizábamos por tres tipos, los desordenados y desastres, ahí yo era el líder; los que desordenaban a ratos y ordenaban después, de este grupo eran la mayoría restantes; y luego estaban los meticulosos, que en realidad sólo había uno, Pablo. Entrar en su habitación era como entrar a una tienda de esas en las que eres atendido y no te dejan mover ni un sólo trapo, sus jerseys estaban ordenados por colores, tonalidades y estaciones, nunca había nada fuera de sitio y si por alguna razón entrábamos Albert y yo en su habitación e intentábamos hacerle la broma de ponérselo todo patas arriba él no hacía ni decía nada, creo que con ello consiguió que no lo hiciésemos eso más de tres veces, es más, creo que soportaba cualquier cosa de nosotros porque le servíamos de modelo para sus experimentos fotográficos.

jueves, 14 de junio de 2012

Desempolvando recuerdos



Llega el buen tiempo y toca hacer una limpieza más general a este apartamento, como cada año una limpieza más profunda, sacar lo mejor y lo peor de los rincones, extraer y remover recuerdos causados por pertenencias que ya ni nos pertenecen, limpiarle el polvo a las dudas, sacarle el brillo a las causas y motivos por las que se quedaron en eso, en recuerdos. Al final para volver a meterlo todo en cajas y encontrármelo de nuevo en la próxima limpieza y volverme a enojar por no haber eliminado tanto trasto dañino, de nuevo volveré a mirarlo todo con atención y le echaré la culpa a la música, a esas notas que se cuelan y localizan nuestras más recónditas células sensibles y nos traen el pasado como si lo estuviésemos viviendo ahora, como los sueños, como esos pensamientos, toda una serie de imágenes inexistentes y engañosas que casi puedes tocar.
Hacía tiempo que no sentía mis diecisiete años tan cerca, las manos de Iván han tenido la culpa, o mejor dicho, las notas de su piano. Iván es el hijo de un vecino que irrita al vecindario con su aprendizaje y ensayos, aunque he de decir que a mí nunca me molestó, quizás porque noto como prospera día a día, nadie nace enseñado y mucho menos para la música.

martes, 31 de enero de 2012

Amigos hasta ese instante


Querida Amelia
Últimamente vengo a menudo a pasar algunos ratos de silencio a mi apartamento, en casa de mis padres hay mucho ruido y no puedo concentrarme en nada de lo que me propongo, pero aquí es distinto, este minúsculo apartamento está cargado de recuerdos y como diría mi amiga Laura, "de buena onda". Siempre que llego abro sus cuatro ventanas, dejo que entre la luz, se instale conmigo y me haga compañía. Ya sabes que está bien situado y no muy lejos del centro, es por eso que cuando el portero me ve llegar me comenta que debería aprovechar el momento y alquilarlo, él sabe de algún que otro inquilino solvente encaprichado. Yo siempre le sonrío y le digo: No sé Julián, aún no me he decidido. Él lo sabe y yo también, este apartamento es mi único capricho, a parte de fumar claro; sí Amelia, aún no he conseguido dejarlo.
Hoy he revivido algo muy especial nada más entrar y cerrar la puerta he notado tu presencia, bueno, he de reconocer que siempre estás presente, me he dirigido a la cocina para prepararme una taza de café y hasta que me invadiera su aroma he decidido liarme un cigarrillo con un tabaco que mi vecino Aurelio me trajo de unos de sus viajes hace un par de semanas, leyendo la procedencia del mismo y la del café intentaba distraer mi mente de ese nerviosismo interior que se había instalado en el mismo instante que abrí la puerta.
Con la mezcla de aroma y humo me he dirigido al salón, observando las vistas desde el sofá ¿lo recuerdas? Muchos me dicen que ese sofá estaría mejor en la pared de al lado, que es más amplia, incluso que debería deshacerme de él por lo viejo que es, pero yo no les escucho, aquí, en este espacio sólo escucho a mi corazón, y él adora este sofá y lo quiere en el mismo lugar de siempre, sólo él y yo sabemos el por qué. Bueno, cuando leas esta carta tú también lo sabrás. Este sofá aunque te parezca extraño sigue acompañando parte de mis horas de descanso y de lectura. Este sofá conserva los mejores recuerdos que he vivido en este modesto apartamento y los mejores que he vivido junto a ti.
Hoy, subido a lomos de la nostalgia, entre café y nicotina, ha sonado el teléfono y ha sido entonces cuando se ha instalado la imagen de tu cuerpo lánguido sobre el sofá y he empezado a recordar aquel veintisiete de agosto.

jueves, 26 de enero de 2012

Otorgándose

Sentada en el sofá de esa peluquería, a la espera de su turno, ojeando revistas de estilos nada parecidos al suyo,  sacaba un bloc, una minúscula cajita con unos lápices y una goma,  podías verla resistiéndose al lápiz, al sonido de sus trazos sobre el papel un tanto rugoso, observaba cada átomo de luz sobre un papel de revista brillante para reproducirla en su cuaderno. ¡Crear por crear! -me comentaba-, que sepas que esto sólo me sirve de terapia, quiero curarme de una angustia insistente, quiero olvidar mi falta de lucidez por dejar irse de mi lado la persona que más me hizo sentir, quiero otorgarle a mi egoísmo este placer en el que sólo se implican mis manos, sólo estoy yo. Con un lamento en sus ojos se incorporó para dirigirse al lavacabezas, yo me quedé observando la misma revista que había tenido ella en sus manos y entre sus hojas quedó olvidado un pequeño lápiz azul. Se lo acerqué, me dio las gracias y arrancó de su cuaderno lo que hacía unos minutos había estado bocetando.