domingo, 22 de noviembre de 2015

Insomnio crónico

Hay tantos días como hoy, tantos en los que me invade la compañía de tu ausencia, tantos evocando el aroma de aquella tarde buscando tu mano, el brillo de tus ojos esperando un ruego, el recuerdo de esa sutil sonrisa en tus labios, esos que nunca rocé ni besé.
Tantos días en los que puedo escuchar tus pasos sobre mi almohada golpeando mis sueños, tantos descifrando tus silencios cuando estábamos tan cerca, días en los que se amontonan palabras regaladas sin recibir otras a cambio, quizás ni las leíste, quizás no lo afronté.
Tantos días en los que escribirle a un cuaderno mudo me va salvando de esta inoportuna nostalgia, de este desvelo acostumbrado a la oscuridad de mi cuarto, donde certifico que no es beneficioso amarte mientras no quiera dejarlo de hacer.
Tantos días dándome cuenta que no llegué a la cita ni a la meta, que te aguardé en el andén equivocado cuestionándome si me buscabas o te encontré, si me tocaste o me lo inventé.
Tantos días tatuando tu nombre en mis pupitres y libros, tantos días subiendo y bajando, confiando y dudando, hay tantos días como hoy, tantos pensando en pensarte por última vez.

sábado, 17 de enero de 2015

Este enero tampoco quiero

Hoy paseaba mis silencios por el parque y me he encontrado con Javier y Sandra ataviados con lo último en ropa deportiva siendo fieles a sus propuestas típicas de este mes de enero, no he querido entorpecer su ritmo más que para desearles lo mejor en este nuevo año recién estrenado. Viéndolos tan compenetrados me he acordado de aquellos rumores en la pandilla, por aquel entonces ninguno de nosotros habría apostado por aquella relación más de cinco años, pero ahí están, compartiendo juntos hasta el derribo del colesterol acumulado en Navidad. 
De vuelta a mi absorto paseo he pensado en la cantidad de gente que me adelantaba corriendo o montada en bicicleta, la verdad es que rodeado de tanto movimiento hoy puedo declararme un fósil.
Sólo he aligerado el paso por el impulso de llegar a casa con más ganas de agotar alguna tinta en mi cuaderno, y es que para mí todos los eneros son iguales, no hay manera de comenzar uno nuevo proponiéndome retomar inglés, subir los tres pisos sin usar el ascensor, cambiar de dieta, no encender más luces de la cuenta, exhalar mi tristeza por la ventana, abrir más los ojos, mencionar más "te quiero", sonreírle al mundo, regalar abrazos en temporada baja, desterrar algunos miedos, no poner tu nombre en mis canciones favoritas, pensarte menos y olvidarte más; no, este enero tampoco quiero.