jueves, 8 de diciembre de 2016

Siempre a tiempo

Acabo de despertar de un sueño, y no ha sido un sueño cualquiera sino uno de esos que parecen tan reales que hasta sientes escalofríos, de esos que no quieres pellizcarte para sentirte engañado, de esos que al despertar te cambia el ánimo.
Son las 03:40h. Y aquí estoy despierto, emocionado, rabioso, enfermo de latidos, ahogado en llanto, frente a otro cuaderno cada vez menos blanco, hoy 26 de febrero de 1998 quiero dejar escrito lo que he podido sentir durante esos minutos que me han parecido horas, de buena gana me volvería a meter en la cama si me hubiesen dado la opción de seguir en él.
Y es que sigo con el corazón a cien, con los ojos aún irritados de tanta emoción, con las manos temblorosas de creer que tengo una carta tuya entre mis manos, y digo creer porque ahora mismo me arden pensando que se ha quedado todo en ese sueño.
Miro a través de la ventana, posiblemente a estas horas sea la única persona despierta o al menos la única en la calle con la luz encendida preparándose un café con una gran sonrisa y la sensación de estar preparándolo para alguien más. Lo saboreo con una felicidad que hacía tiempo no me invadía, pensando en tu letra, reteniendo cada palabra escrita, como cuando observaba tus apuntes en el colegio.


"Querido Alejandro, te extrañará ver ante tus ojos esta carta. Aún conservo aquella nota anónima que encontré en mi pupitre, me hice la desentendida aún sabiendo en seguida que la habías escrito tú. La he guardado desde entonces en una vieja caja de zapatos donde fueron a parar los mejores recuerdos de mi infancia. De vez en cuando mi mente necesita buscar esta caja y refugiarme en los recuerdos de su interior, fotografías descoloridas, postales invitándome a ciudades, una pulsera de cuero, y una nota anónima, cuando llego a ella cierro los ojos para releerla de memoria y siempre, escúchame bien, siempre acabo llorando pensando en ti. No se me da muy bien esto de escribir pero considero que después de cuarenta y dos años te debo mil y una disculpas. 
Discúlpame por no haber acudido a aquella cita en aquel precioso rincón con los tres cipreses que había justo al salir del patio, por no darte las gracias cada vez que me salvabas de aquellos bordillos que había antes de la pista de baloncesto, por no querer sentarme contigo cuando me reservabas el asiento detrás del conductor en el autobús, por no dejar que me ayudases con las matemáticas, por no reconocer que me gustaba competir contigo en la cancha de tenis, por ayudar a mi timidez cada vez que tu mirada me buscaba, por obligarte a escuchar mis canciones preferidas sin preguntar si te gustaban, por no observar contigo la luna llena cuando volvíamos tarde a casa dejando la pandilla atrás, por no haber dejado oír en mis oídos un te quiero de tus labios, por no aprenderme de memoria la huella de tus dedos, por no saber cómo hueles, por no tropezarme con tus besos cada mañana, por tantas y tantas cosas que rechacé de ti, hoy, después de tantos años estoy respondiendo a aquella nota anónima. Siento no haber respondido a tiempo".


Memorizada y escrita. Sigo temblando como cuando te observaba de niño recorrer las calles y salidas de colegio, sigo emocionado y con ganas de no olvidar esta noche, parece que te he tenido aquí, frente a frente, deseo gritar y me contengo. Voy a intentar dormir un rato, a ver si estoy a tiempo de encontrarte en mis sueños, no dudes que allí te espero mi amor.


miércoles, 27 de julio de 2016

En cambio, sí...

El verano, siempre me gustó esta estación, todo queda en silencio, las grandes ciudades pierden vida para llenarse las playas, pueblos y aeropuertos. Y hasta que llegue mi turno vacacional me hallo aquí, repitiéndome lo mismo año tras año, dejar el hábito de escribirte, pero al final vuelvo a buscar la pluma y el cuaderno y de paso hacer limpieza en mis desordenados cajones. Esta tarde, mientras el mundo dormía la siesta he estado escuchando algunos vinilos de los setenta, canciones que me niego a dejar de escuchar por muy antiguo que me digan mis compañeros que soy. Después de un par de horas he abierto una botella de vino blanco y he invitado a una copa a mi amiga la radio, en el programa de hoy el locutor invitaba a los oyentes a recordar una frase típica de la infancia, a ser posible relacionada con el verano, ha habido de todo. Un chico recordaba la frase típica de piscineo: "el que no se tire del trampolín más alto será un marica" y él a pesar de tirarse casi siempre el primero ahora es homosexual. Una chica recordaba otra: "de mayor no voy tener hijos" y ahora disfruta de tres. Otra chica recordaba los veranos en el camping donde siempre acababa discutiendo con un chico y sus amigas le repetían continuamente: "Los que se pelean se desean, los que se pelean se desean" y en la actualidad son socios desde hace casi doce años de un gabinete de abogados. Esa frase tan típica me ha hecho reflexionar, no recuerdo haberme peleado nunca contigo, pero en cambio, sí...

domingo, 14 de febrero de 2016

Habría preferido verte

Creo que habría sido más útil quedarme otro día más en cama que pasar otro sábado como el de hoy. Y lo que tengo claro es que no vuelvo a ir un sábado al supermercado por muy mal que esté mi nevera, resulta casi imposible moverse por los pasillos con un carro que parece llevarte en dirección opuesta a los productos que quieres comprar, y si sumamos la gente haciendo más inaccesible esos pasillos, las constantes ofertas por megafonía y las colas para pagar me deja aún más claro que los sábados debo dedicarlos a otras cosas más relajantes. Para colmo nada más llegar veo una nota en mi buzón, algo extraño ya que la única correspondencia que me hace abrir ese artilugio es la de la compañía eléctrica. Ha sido ver tu letra y se me ha caído una de las bolsas que llevaba en la mano, si es que el corazón no lo tengo acostumbrado a ciertos golpes del destino. 
Me apresuré a entrar en casa y leer las escasas palabras encendiéndome un cigarro. "Hola Pablo, pasaba por aquí y... pero otra vez será! Me habría gustado verte, un abrazo y un beso enorme"
Tu letra tan bonita como siempre y tan fresca como el aroma que aún desprendía, la he leído una y otra vez, analizando cada palabra, qué le habrá hecho pasar por aquí dejando unos puntos suspensivos, cuándo será esa próxima vez, por qué quería verme, cómo de grande  sería ese abrazo... ¿y el beso? 
He recogido la compra, he metido una lasaña pre-cocinada en el horno y he abierto una botella del Somontano para celebrar que hoy habría podido verte si no hubiese sido por ese maldito virus que me ha cambiado mi rutinario fin de semana. Bebo un primer sorbo y pienso que al menos tengo algo tuyo, que a mí también me habría gustado verte, que ahora me muero de ganas por esa próxima vez para poder aferrarme a ese enorme abrazo y... ¿el beso?