26-09-1938 Zurich
Qué extraño se me hace
volver a dar la bienvenida a un nuevo otoño en este país que dejó
de ser nuevo como sus estaciones, llevo la carga de esta estancia
como una pesada cruz, vine con la idea de volver pronto y ese pronto
se ha transformado ya en dos años. Siempre me había gustado el
otoño pero aquí, esta estación se apodera de la luz y la esconde
para contaminar de tristeza cada hora del día, este paisaje
hechizante esconde más melancolía de la que necesito. Lo único que
ha hecho que me despoje de pensar en ti y en esa huída es el
trabajo. El restaurante es tan turístico que siempre hay gente con
quien mantener alguna conversación, cosa que ahora hago con más
naturalidad debido a mi mejora con el idioma. Lo que no llevo tan
bien son los olores de la cocina, ya sabes que en cuanto huelo a
fritanga necesito una ducha. Como ves mi maniática costumbre de
ducharme después de comer sigue a mi lado, sin pensar si quiera en
esa leyenda urbana de los desconocidos cortes de digestión que
nuestras madres nos repetían continuamente al llegar la temporada de
playa.
Hoy he tenido libre y me he
puesto a ordenar un poco esta minúscula vivienda que sería más
minúscula si estuvieses tú y tus cosas, daría lo que fuera por
andar tropezándome con ellas en lugar de estar ordenando periódicos
que dejo al lado del sofá cuando me quedo dormido en él por el
cansancio. Si al menos recibiese alguna carta tuya releería una y
otra vez tus palabras, de hecho lo hago con frecuencia con las únicas
que recibí, me quedo observando a veces los renglones sin leerlos,
observando esa letra tan elegante con la que te ganabas algunos
puntos en la escuela. Ojalá existiese otro medio barato para
comunicarnos, resulta tan caro hacer una llamada desde el teléfono
del restaurante o en las cabinas de la calle, encima no funcionan
como es debido, esta mañana he desperdiciado de nuevo un montón de
monedas sin éxito; cómo debe estar el estanco del Sr Joaquín que
ni si quiera da línea, se oyen tantas cosas en la radio, que sólo
imaginarme que hayan llegado a bombardear alguna zona del pueblo me
genera más tensión y nerviosismo, es demasiado doloroso estar tan
lejos de tu tierra sin saber al cien por cien lo que está sucediendo, las noticias generalizan mucho pero no especifican
qué zona queda destruída.

Tenía
razón Gabriel con lo de poder conseguir publicar algo fuera de
España, sin censuras y sin necesidad de huir. He conseguido una máquina de escribir preciosa, ha sido gracias al señor Rudolf que tiene contactos, el precio era un poco alto pero la verdad es que está en muy buen estado, nada más ubicarla en mi escritorio improvisado he querido estrenarla escribiéndote. Rudolf también me ha dicho que tengo madera de escritor, le he dejado leer algunas cosas y se ha propuesto ayudarme, conoce a un editor que posiblemente pueda ofrecerme algún trabajo como colaborador en un periódico, ya sabes la ilusión que me haría, aunque el problema es que sería en Frankfurt y tendría que dejar de trabajar en el restaurante; y a no ser que mi escritura me diera para sobrevivir no podría. Como ves esta noticia es la única buena que he tenido
en mucho tiempo, ahora mismo en estas líneas van miles de abrazos camuflados en tinta, por favor, hazlos tuyos y recuerda que sigues siendo la musa de mis obras. Rezo por muchas cosas y ruego porque me escribas.
PD: Doy fe que la letra del
clásico bolero en la que dice que la distancia es el olvido no es
cierta.
Precioso. Espero que reciba noticias de Ángela pronto, pero si son tiempos de guerra...
ResponderEliminarMalos tiempos para volver y para vivir un amor en la distancia ¿verdad?
ResponderEliminarGracias por dejar tu imprenta por aquí. Sds!
Preciosa carta...doy fe!!!
ResponderEliminarGracias por pasarte por aquí Bea!
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