14 de Marzo de 2002
Ocho días inquieto por ir a recoger la moto de mis sueños
y hoy que se ha hecho realidad, de nuevo he tenido la sensación que
me faltaba algo.
Cuando el vendedor me ha
entregado las llaves y me ha dicho ¡toda tuya! he recordado aquella
mañana de San Juan, cuando mi padre en contra de la voluntad de mi
madre, aparecía con una motocicleta de segunda mano y me ofrecía
hacer las primeras prácticas con él en aquel descampado que había
delante de casa; toda una recompensa por haber traído buenas notas.
Recuerdo que la ilusión hizo que dejase plantados a mis amigos, como
la de olvidar la idea de rematar aquel paquete de petardos sobrantes
en la verbena de la noche anterior.
Desde muy temprana edad
siempre he ido en bicicleta a todos lados, pero después de hacer
todas las locuras posibles con ella el cuerpo me pedía estrenar mi
adolescencia y transportar mi adrenalina en algo con motor y algunas
cilindradas, raro era el día que no martilleaba a mis padres durante
las comidas con tener mi primera moto, aunque a la edad de quince años qué adolescente no lo hacía.
Aquella mañana me sentí
experto en seguida, recuerdo que a las seis o siete vueltas dirigido por mi
padre escapé de allí para lucir mi nueva adquisición por todo el
barrio. Al llegar a la altura de tu portal me paré al verte, no hizo
falta más que un gesto para que aceptaras montarte en aquel reducido
asiento a escondidas de tu madre. Lo que daría por pasar a buscarte
ahora como aquella mañana de San Juan y notar de nuevo tus brazos
apretando mi tórax y tus senos rozando mi espalda en cada
aceleración, te aseguro que en esta moto no hay barras de
portabultos que puedan hacerle daño a tu trasero, que fue de lo
primero que te quejaste cuando montaste en ella.
Si supieras que en cada
moto que he adquirido a lo largo de mi vida siempre ha habido esa
parte del asiento reservada para ti, que viajo con la idea de
perseguir líneas discontinuas sintiéndote compañera de viaje y
algo más.
Hoy, poniendo a
prueba la gran cilindrada de esta nueva moto he sentido que mi pasión
por las dos ruedas sigue bombeando mi corazón como en aquella mañana
de San Juan, hoy, siendo un miércoles tan especial y extraño a
la vez sé que he cumplido un sueño, aunque es evidente que sigue estando a medias si no lo comparto contigo.