domingo, 21 de julio de 2013

Gran cilindrada

14 de Marzo de 2002

Ocho días inquieto por ir a recoger la moto de mis sueños y hoy que se ha hecho realidad, de nuevo he tenido la sensación que me faltaba algo. 
Cuando el vendedor me ha entregado las llaves y me ha dicho ¡toda tuya! he recordado aquella mañana de San Juan, cuando mi padre en contra de la voluntad de mi madre, aparecía con una motocicleta de segunda mano y me ofrecía hacer las primeras prácticas con él en aquel descampado que había delante de casa; toda una recompensa por haber traído buenas notas. Recuerdo que la ilusión hizo que dejase plantados a mis amigos, como la de olvidar la idea de rematar aquel paquete de petardos sobrantes en la verbena de la noche anterior.
Desde muy temprana edad siempre he ido en bicicleta a todos lados, pero después de hacer todas las locuras posibles con ella el cuerpo me pedía estrenar mi adolescencia y transportar mi adrenalina en algo con motor y algunas cilindradas, raro era el día que no martilleaba a mis padres durante las comidas con tener mi primera moto, aunque a la edad de quince años qué adolescente no lo hacía.
Aquella mañana me sentí experto en seguida, recuerdo que a las seis o siete vueltas dirigido por mi padre escapé de allí para lucir mi nueva adquisición por todo el barrio. Al llegar a la altura de tu portal me paré al verte, no hizo falta más que un gesto para que aceptaras montarte en aquel reducido asiento a escondidas de tu madre. Lo que daría por pasar a buscarte ahora como aquella mañana de San Juan y notar de nuevo tus brazos apretando mi tórax y tus senos rozando mi espalda en cada aceleración, te aseguro que en esta moto no hay barras de portabultos que puedan hacerle daño a tu trasero, que fue de lo primero que te quejaste cuando montaste en ella. 
Si supieras que en cada moto que he adquirido a lo largo de mi vida siempre ha habido esa parte del asiento reservada para ti, que viajo con la idea de perseguir líneas discontinuas sintiéndote compañera de viaje y algo más.
Hoy, poniendo a prueba la gran cilindrada de esta nueva moto he sentido que mi pasión por las dos ruedas sigue bombeando mi corazón como en aquella mañana de San Juan, hoy, siendo un miércoles tan especial y extraño a la vez sé que he cumplido un sueño, aunque es evidente que sigue estando a medias si no lo comparto contigo.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta historia Mó.
    Recuerdo con ternura y emoción cuando de adolescente pasaba por delante de la chica que me gustaba y le hacía ese gesto y se montaba en la moto, esa sensación de abrazarme por la espalda era una pasada.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto Francisco, la experiencia de montar por primera vez en una motocicleta cuando eres una adolescente no se olvida, sobretodo si lo hacías con alguien especial. Es una cicatriz que gusta observar desde la ventana del recuerdo.

      Un abrazo, Mónica.

      Eliminar
  2. La historia es tierna y previsible. ¿Sabes lo que me ha gustado muy mucho? esto:

    Es una cicatriz que gusta observar desde la ventana del recuerdo.

    Me alegra verte tras mi ausencia, Mó.

    Abrazote.

    Namasté.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hablando de ausencias, yo últimamente tengo muchas de esas. Me vienen cosas a la mente para escribir pero siempre a altas horas de la madrugada, y claro, la pereza gana normalmente, y al levantarme mi mente se venga borraándome todo la cpu. ¡Horrible!
      A ver si en días de vacaciones chanteajeo a la musa y escribo algo. Predecible o no, algo caerá.
      Gracias por pasearte por aquí, a pesar de nuestras ausencias.
      Muakkk!

      Mónica

      Eliminar