Fue una tarde de agosto,
de frescura fundida,
cielo color papaya
tras apagarse el sol.
Adolescencia agitada,
miradas borrachas
de un primer amor,
de un te quiero mudo,
de un lleno de dos.
Nos faltó abrir la puerta
a besos nuevos,
sacudir nuestros miedos,
caminar de la mano,
traducir el silencio
y fumarnos el tiempo.
Nos faltaron promesas
sin mirar el reloj,
desnudar los abrazos
derrocharnos por dentro,
dibujarnos caricias
olvidando el afecto.
Se agotó la tarde,
el cielo acicalado de noche,
testigo sigiloso de
latidos y silencios,
de oportunidades dormidas
para contar estrellas,
conversar con la luna
por un cuándo, un por qué,
sí sobró un yo me quedo
o faltó un quédate.
De un lleno de dos. Me encantó, Mó. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Alfredo, viniendo de ti, aunque sólo una frase te guste ya me siento satisfecha.
EliminarSaludos, Mónica
No tengo palabras para describir todo lo que evoca este magnífico texto. Un saludo.
ResponderEliminarSerá que te sobran motivos ;)
EliminarUn saludo Javier, y gracias por pasearte por aquí.
Mónica.
Mó, genial...
ResponderEliminares magnifico.
saludos
carlos
Gracias Carlos, magnífico es que te guste.
EliminarUn saludo, Mónica
Lo que tiene un primer amor: la frescura, la inocencia, y sobre todo los miedos.
ResponderEliminarLo has reflejado muy bien... me trajo recuerdos...
Un saludo Mó!!!
Sí, es lo que tiene el primero;
Eliminares especial, te encuentra,
te sacude, te agota
y te rindes con gusto.
Me alegra que te guste Francisco.
Un saludo, Mónica